NUNCA MAS

Como siempre los medios hegemónicos lo minimizaron, pero la semana empezó con un contundente respaldo a Cristina Kirchner por importantes juristas y ex presidentes de España y América Latina. Y el viernes una multitud de cientos de miles de personas desbordó el centro de la ciudad de Buenos Aires y en otras ciudades del país para repudiar la dictadura militar y todas las formas de autoritarismo.

Existe una conexión entre el Foro Mundial de los Derechos Humanos en el que el martes  Cristina Kirchner expuso como referencia primordial y la multitud que el viernes se movilizó por los derechos humanos. En las columnas sin encuadramiento y en los que acompañaron la bandera de las Madres ayer se podían ver frases contra la “mafia judicial”.

La expresidenta tuiteó en ese sentido también: “Hoy, en calles y en plazas, cientos de miles marchan por Memoria, Verdad y Justicia para defender la Democracia y decirle Nunca Más a la Corporación Judicial.” El reclamo contra el sector de la Justicia que motorizó la guerra judicial o lawfare contra dirigentes populares figuró también en la convocatoria de los organismos de derechos humanos para el 24.

Las convocatorias de la izquierda y la de los organismos de derechos humanos prácticamente se superpusieron y las columnas de manifestantes de una y otra se alinearon por avenida de Mayo, desde la Plaza hasta el Congreso. Los participantes del primer acto se retiraron y entró a la Plaza la inmensa bandera con las fotos de miles de desaparecidos. La Cámpora y otras agrupaciones que marcharon desde la ESMA llegaron bastante después y sumaban cerca de 90 mil personas más. En este caso, la centralidad de Cristina Kirchner era mucho más marcada.

El martes, los jueces Jorge Gorini, Rodrigo Giménez Uriburu y Andrés Basso, que condenaron a Cristina Kirchner y la inhabilitaron para ocupar cargos públicos se convirtieron en el paradigma de la persecución judicial. Los demás expresidentes relataron sus propias experiencias al ser perseguidos. Pero el caso de la anfitriona fue el más desmenuzado.

Esos magistrados pasarán a la historia del derecho y serán estudiados en las carreras de abogacía por el fallo que transformó indicios en conjeturas y las conjeturas en condena de una de las principales dirigentes políticas. Solamente el ámbito cerrado que genera la protección mediática les otorga la ilusión de un acto de Justicia.

Cualquier jurista internacional o local que no esté condicionado por esa cobertura mediática mafiosa puede constatar la arbitrariedad de una condena sin pruebas, como señaló la mayoría de los participantes, muchos de los cuales se han desempeñado en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos o en Naciones Unidas.

La corporacion de medios minimizó la importancia de la reunión porque muchos de los expresidentes que participaron son amigos de Cristina Kirchner. Pero el partido de Rafael Correa ganó las últimas elecciones en Ecuador, el partido de Evo Morales está en el gobierno, igual que el PSOE español de José Luis Rodríguez Zapatero. Los juristas y dirigentes de Brasil representaron al gobierno de Lula. Y lo mismo puede decirse de chilenos, colombianos y peruanos. Los uruguayos constituyen la principal oposición y los paraguayos encabezan las encuestas para las próximas presidenciales.

Personalidades de mucho prestigio como el juez Baltasar Garzón o dirigentes políticos con responsabilidades de gestión no harían una defensa tan absoluta si tuvieran dudas o si hubiera pruebas y fueran claras. Una de las frases que más se repitió en las exposiciones fue: “hice el esfuerzo de leer las 1600 páginas de los fundamentos de la condena y no encontré ni una sola prueba directa para condenar a Cristina Kirchner”.

Baltasar Garzón aceptó la incorporación de indicios “pero los indicios sirven para buscar pruebas, no sirven por sí mismos para formular una condena”. Así fue en la mayoría de las ponencias sobre lawfare que hicieron referencia a la persecución judicial a Cristina Kirchner.

La mega marcha del 24 es probablemente la más importante de esta etapa de transición democrática. No la más importante de la historia porque están las fechas patrias, pero sí de esta etapa del país, porque la lucha de las Madres y los organismos de derechos humanos le dio una identidad propia que diferenció el proceso de salida de la dictadura en Argentina con relación a ese mismo escenario en la región.

Y siempre sorprende por su inmensa masividad en todo el país, así como por la participación de gran cantidad de jóvenes. Es una marcha que se renueva generacionalmente desde que empezó a mediados de los ´90, cuando se cumplieron 20 años del golpe del ’76.

No hay una relación mecánica entre el acto del 24 y los partidos políticos. Pero es difícil para negacionistas, duodemonistas o simpatizantes de la dictadura y autoritarios, tomar la marcha como referencia. Para los espacios de izquierda, populares y progresistas es más fácil, aunque tampoco es mecánico. No es una cuestión de encajar, sino de interactuar, como hizo Néstor Kirchner cuando, a poco de asumir, logró anular la legislación de impunidad.

En ese momento, el radicalismo que desde los juicios de Raúl Alfonsín quiso situarse como agrupación progresista junto a la defensa de los derechos humanos, se abstuvo en Diputados y votó en contra en el Senado. Y luego conformó su alianza como furgón de cola del macrismo que es una fuerza contraria a las políticas de derechos humanos. Representa a los que siempre se opusieron, incluso a los juicios que impulsó Alfonsin.

Uno de sus aliados, Ricardo López Murphy, el que rebanó el 13 por ciento de las jubilaciones y el presupuesto de Educación cuando fue ministro del radical Fernando de la Rúa, tuiteó con mala leche: “Pasá nombre de los restantes 22.982 y me retracto”. Pero se equivoca, los que tienen que pasar los nombres son los genocidas, cuyo silencio obliga a manejar una estimación aproximada como es la de 30 mil desaparecidos. Sería bueno que el próximo mensaje le exija esa información a los genocidas.

Macri volvió a hablar del “curro de los derechos humanos”. El ministro Wado de Pedro le respondió: “no veo dónde está el curro de que secuestren, torturen y maten a tus padres”. Por los vericuetos de la política, el radicalismo quedó encerrado en ese pozo negro y rifó la legitimidad que había ganado en algún momento con los derechos humanos. Cada decisión tiene un costo y el radicalismo y en alguna medida también el socialismo santafesino quedaron lejos de la gesta que registra la película 1985. En la marcha de ayer en repudio a la dictadura hubo columnas socialistas y radicales, pero que reniegan de sus cúpulas.

Gran parte de la columna de La Cámpora y otras agrupaciones que hizo la larga marcha desde la ESMA hasta la Plaza de Mayo, continuó luego a Tribunales para repudiar a la “mafia judicial”. El cura de Opción por lo Pobres, Paco Olveira, comenzó allí un ayuno con la misma consigna. Si la persona de Cristina Kirchner fue central en el Foro Mundial de Derechos Humanos, la marcha del 24, muy política, pero sin definición partidaria, se inclina necesariamente por cubrir esa situación de persecución y corrupción judicial.

La colonización macrista del Poder Judicial lo alineó en forma partidaria, lo cual está reconocido por macristas y no macristas. Una prueba es la salida de Marcelo D’Alessandro del gobierno de CABA porque es indefendible y los mensajes no serán legales pero nadie puso en duda su veracidad. Como dijo Cristina Kirchner, el resultado de esa colonización es una democracia en peligro.

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